martes, 30 de agosto de 2016


De esta manera se inicia mi primera novela titulada ACTUALIZANDO A ELÍAS publicada a principios de este año. Se trata de una foto fija que describe la sociedad en este momento, pero que puede ser trasladata a cualquier otro lugar en otro periodo histórico.



La ciudad de noche es un romance en el que los amantes duermen, un lapso de asueto en el devenir del sujeto incierto en el que se configura la urbe tras su momento de mayor esplendor. Sometida a un continuo contraste entre día y noche, sístole y diástole, dormían ahora placidas y silenciosas sus calles como un planeta frío y distante carente de vida, en el que las estaciones se suceden sin cambio alguno. Pero por el contrario de esta visión homogénea, la ciudad posee su antítesis, con su mayor representante, el sol, que aunque su presencia se intuyera lejana en plena madrugada, quizás por eso era una constante más en el comportamiento de los seres de la noche, siendo algo de lo que hay constancia que permanece latente, por eso ellos, los astronautas de lo ocasional que actúan dispersos a esas horas de la madrugada, caminan con pasos que parecen poseídos por la vaguedad, pero con una premura que los condiciona a actuar, sabedores de lo efímero de las tinieblas, acuciados por la existencia oculta de unas antípodas de sol y claridad. Las cuales repudian. Y odian con todas su fuerzas por lo que significan.

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